No sé si su mente trabaje de la misma forma obsesiva que la mía, pero me pasa que se queda atrapada con ciertos tipos de sonidos, melodías y canciones que debo estar repitiendo constantemente. Puede ser el último sencillo indie rock de mi banda favorita, una canción de antaño o algún sencillo que se me escapó de hace 2 o 3 años. Lo fascinante de la música justo es eso, que es realmente infinita. No hay manera de escuchar todo lo que se ha creado en el mundo y más ahora con lo sencillo y barato que se ha vuelto hacer canciones.
Este pensamiento viene de una canción que escuché apenas esta semana de una banda que sinceramente no me gustaba nadita pero ahora no puedo soltar su disco. La canción es The Look de Metronomy la cual se encuentra en el disco The English Riviera, ese sintentizador que comienza a hacer un fade in y se convierte en algo que mis odios no pueden dejar de absorber. Los pequeños acordes que se dejan venir de ese CS80 B de Yamaha son únicos. Además de las voces, el bajo y la batería me parecen completamente envolventes.
Debo confesar que no siempre me pasa, pero esos sonidos me encantan. Creo que es parte de la maravilla de la música. Cada cabeza y odio tiene su propia educación sonora; y lo que a mi puede volverme loco a la persona de a lado puede parecerle una basura. Puede que a mi me guste A day in the life de The Beatles y a alguien más le vuelva loco La guaracha sabrosona. Esto no quiere decir que esa persona este bien y yo esté mal, simplemente quiere decir que nuestros contextos son distintos y que por eso mismo nuestras obsesiones son diferentes. Dentro de mis gustos obsesivos también se encuentra Robert Wyatt y una canción de 1982, The Age of Self, una pequeña canción de protesta pensada para la comunidad minera de esa época y a pesar de sus sonidos ochenteros súper pesados, aún se siente muy vigente.
Me pongo a pensar en qué posibilidad hay que ahora a mis 28 años pueda comenzar a disfrutar escuchando a Espinoza Paz o a El Komander. No se si me harían tan feliz como una canción de Wilco o un de Tv on the Radio. Me pregunto qué pasará por la cabeza de un fanático de Jeans o de Magneto, me pregunto si sabrán sobre el Italodisco y que muchas de las canciones de estos artistas en realidad fueron hits en Italia. No se si ellos puedan disfrutar de sus versiones originales y si no habrá algún perdido que crea que las versiones en italiano son covers de las versiones en español.
Tuve un momento así con Walking the Cow de Daniel Johnston y su versión en español de Mr. Racoon, Paseando a la Vaca, donde tuve la fortuna de escuchar primero la original de Daniel y después volverme loco con la versión de Mr. Racoon.
Para mi es muy extraño todo eso, también debo admitir que esta onda de rock en tu idioma no es de mis predilectos. No tolero a Héroes del Silencio, Caifanes me parecen un chiste y Soda Stereo me parecen increíbles en la peda; pero de todos ellos no tengo un solo disco, sencillo o canción presente en mi biblioteca musical. Me cagan y si alguien de mi edad o más joven me dice que les parecen las mejores bandas que han existido para el rock en español los trato con cautela y cierto escepticismo. No puedo creer que alguien que no perteneció a esa generación tenga tanto gusto por algo que realmente no le habla ni tendría porque sentirse identificado. Pero igual, por el otro lado, me gustan mucho Bob Dylan, Los Tres y Nina Simone y evidentemente no soy un Beatnik, no estuve reprimido por mi gobierno (¿o si?), ni soy una mujer negra en la época de la segregación atrapada entre la clase obrera y la clase media. Pero al final del día son artistas que me vuelven loco con canciones que me obsesionan y que disfruto de sobre manera.
No sé si a ustedes le pase igual, me gusta pensar que si es así con toda la gente, porque igual creo que todos escuchamos música y si no, es tema para "filososar" en la siguiente entrega.
@Alfarodelaluz