Además

+columna+ simple ++ Flamantes enfermedades



Hoy les escribo desde mi cama, enfermo con faringitis aguda, algo que principalmente le da a los bebés… y ahora a mí también. No es más que una gripa que se fue a los extremos. Temperatura, garganta inflamada, toz, muchas flemas y una gran candidad de mocos que me provocan un dolor de cabeza insoportable que sólo puedo combatir con una neo-melubrina. Llevo arrastrando esto desde el lunes, con dolores de cabeza, temperatura, escalofríos y mis extremidades heladas. Esto me puso a pensar en los músicos que admiro y sus enfermedades y padecimientos (las de ellos reales y en muchos casos autodestructivos).

El primero que vino a mi mente fue Matt Costa (seguro ya casi nadie o nadie recuerda y me parece una lástima) quien era un skate profesional hasta que se lesionó y tuvo que estar sin patinar unos 18 meses. Se le hizo fácil tomar su guitarra y ponerse a hacer música. Grabó un EP con Tom Dumont de No Doubt y eso fue suficiente para irse de gira con Jack Johnson, Pinback y Gomez. Sus canciones son piezas pop bastante entretenidas y positivas para un tipo que estuvo tanto tiempo sin poder hacer lo que más disfrutaba.

Después pensé en uno de mis ídolos del rock contemporáneo, el completamente menospreciado (al menos aquí en México) Jeff Tweedy, líder de la banda Wilco. El tipo a sufrido de migraña desde que iba a la primaria, tomando analgésicos desde entonces y cayendo en un problema de adicciones que lo llevó a internarse en el 2004, justo después de haber terminado A Ghost is Born. Incluso, en el documental de Sam Jones, I’m Trying to Break Your Heart, el cual trata del proceso creativo de su disco más afamado, Hotel Yankee Foxtrot; podemos ver un cuadro de migraña que sufre Tweety al pelearse con el entonces miembro de la banda Jay Bennett por un tema de la mezcla en el audio.

Recordar a Jay Bennett me hizo pensar en estos músicos adictos a la heroína, principalmente en Kurt Cobain (que creo no hace falta hablar de él, suficiente tiene con todos los mitos, biografías y recientes documentales, destacando el afamado Montage of Heck) y el brillante Steven Drozd, ex-baterista, ahora multi-instrumentalista de los Flaming Lips (no habría The Soft Bulletin, Yoshimi, Embryonic, The Terror ni Darkside of the Moon sin él) y su etapa más crítica en el 2001 cuando vivía prácticamente en la miseria y sólo conservaba sus instrumentos musicales. En el documental de los Flaming Lips, The Fearless Freaks podemos ver a Drozd cocinando una dosis de la manera más casual mientras responde preguntas del director Bradley Beesley. Imágenes que hasta la fecha recuerdo muy crudas y me provocan escalofríos.

Finalmente llegaron a mi los otros artistas que sufren de enfermedades crónicas, que no pueden combatir, sólo retrasar su paso destructivo. Encabezando mi lista se encuentra el curioso caso de Daniel Johnston y su desorden bipolar, si tuvieron la oportunidad de ver el documental The Devil and Daniel Johnston podrán saber sobre sus brotes psicóticos al consumir LSD, cómo se perdió por las calles de Nueva York al visitar a Jad Fair del grupo Half Japanese, pero sobre todo, de lo mágicas que son las letras de sus canciones.

Al investigar un poco más sobre este tema encontré que Michael Angelakos, el creador de Passion Pit, sufre del mismo desorden bipolar que Daniel y a intentado terminar con su vida 3 veces.

Esto no habla de una constante en la música, que debes estar enfermo para poder sentir o poder hacer algo, pero si me parece muy interesante saber que muchos grandes músicos han sufrido o sufren alguna enfermedad y que esto no es un impedimento para crear melodías mágicas que llenan nuestros oídos cada vez que nos ponemos unos audífonos, y le picamos play al reproductor de nuestra preferencia.

La música no tiene límites y en cualquiera de nosotros vive un sonido que quiere salir al mundo.





@Alfarodelaluz
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