El 8 de diciembre es uno de esos días que en la cabeza de un melómano y amante del cine no pueden pasar desapercibidos. Primero porque es el día en que John Lennon muere asesinado por Mark Chapman cuando Lennon regresaba a su departamento después de una grabación (que debo confesar amo ese disco póstumo, el bellísimo "Double Fantasy"). Segundo porque es el día que nace el genio de la ciencia ficción, George Méliès (si, ya se que está bien choteado, pero cómo no amar "Viaje a la Luna" o "El Viaje Imposible") que ha sido referenciado en múltiples ocasiones; vienen a mi mente el video "Tonight, Tonight" de The Smashing Pumpkins y la película de Hugo Cabret de Martin Scorsese (qué bonito plano secuencia el que se avienta Scorsese al inicio de la película).
Esto me puso a pensar en el valor que le damos a las fechas. Algo que se nos ha enseñado como raza, cultura y especie. La maravillosa necesidad de contar todo y marcarlo por ciclos. Cumpleaños, solsticios, finales del mundo, épocas de cosecha, Navidad, Año nuevo, San Valentín, natalicios. Todo está marcado por fechas. El día que empezaste a andar con tu pareja, el día que cortaron, el día que volvieron. El día de su boda, el día que tuvieron a su primer hijo, el día que reprobó por primera vez, el día que vomitó, el día que empezó a tener novia, el día que tu pareja se enfermó, el día que te operaron, el día que te volviste a enfermar, el día que tu papá se murió, el día que tu mamá se murió, el día que se casó tu hijo, y el día que tu pareja se murió.
Creo que esto pasa porque nos encanta recordar, nos encanta volver a sentir aquellas cosas que nos hacen vibrar, ya sea una película que nos transporta a una época que más amábamos, un disco que pudo definir un punto de quiebre en nuestra vida, un cumpleaños que cerraba con un año de vida maravilloso, el San Valentín más meloso y apapachador o el más funesto y deprimente de todos. Las fechas están ahí para hacernos recordar. Para hacer que cumplamos con el fin que tenemos como especie, que es vivir en comunidad. Vivir como seres sociales. Incluso los ermitaños saben de la existencia de otros ermitaños. Estas fechas nos acercan a otras personas con gustos similares y en consecuencia maneras de comunicarse que llegan a ser idénticas.
Un natalicio o un cumpleaños son el pretexto perfecto para adentrarse en la vida y obra de genios que dejaron un legado para las nuevas generaciones. Esta generación millenial que sabe todo y nada y esta nueva generación "Z" que ve a mi generación y las pasadas como algo extraño, lento y aburrido pero que en realidad no tendría todo lo que tiene ahora si no fuera por estos personajes, estas fechas y estos recuerdos.
Se han acabo las letras del abecedario para catalogar a las generaciones, pero no las fechas. Nunca las fechas.
@Alfarodelaluz