Sí, mío. Mío porque así se siente el pasar de mis días, mi caminar, mi voz, mi forma de tocar, mis palabras en el ordenador y mi pensamiento durante las noches como esta: Un bajo gordo y distorsionado que proviene de un Rivoli o un EB-2, de esos que pueden hacerte voltear desde donde estés, una voz mediana que puede parecerte constipada pero que no puedes dejar de escuchar, guitarras acústicas que les entra un estruendo eléctrico de vez en cuando... o que, de plano, saturan el drive.
Mi sonido lo comparto con muchas personas... pero creo que, en particular, estos muchachos se lo llevan a casa para jugar con él y hacerlo suyo cada vez más.
¡Rock!